15 de agosto de 2001

Memorias de antaño (2º parte)

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Cruce de San Rafael de Escazú a mediados de siglo. El bus viaja en sentido de Escazú hacia San José. La calle de la derecha es la que conduce a Santa Ana.


Artículo principal - Edición Nº 231 - Agosto de 2001

Continuación de Memorias de antaño (1º parte)

David Castro Marín

Con el propósito de llevar algo para ser vendido el día del turno patronal, los hombres se echaban el hacha al hombro y con su cuchillo de picar leña al sinto, se dirigían a la montaña donde cortaban unos grandes árboles, partiéndolos en tucas de unos 3 metros de largo, las cuales algunos labraban o las dejaban tal y como estaban.

El propio día del turno, se organizaba un gran tope, donde todos los boyeros hacían un gran desfile, unos con las tucas de madera que habían cortado llevándolas arrastradas por las carretas, otros con carretadas de leña o de maíz en mazorca, otros traían una res, un cerdo o gallinas arregladas con tortillas. Todo esto era obsequiado por la gente para ser vendido y obtener fondos para la fiesta patronal.

Las gallinas arregladas con tortillas eran rifadas y algunos de los favorecidos se iban a sentar a la sombra de un árbol a comérsela.

Los festejos patronales a veces se extendían hasta por cinco días, y los cantineros casi siempre contrataban un marimbero y un guitarrista para que con su música les alegrara el negocio.

En esa época habían pocas mujeres para bailar, motivo por el cual cuando los varones estaban ya “emcumbraditos” con el licor y tocaban una pieza muy alegre, se ponían a bailar hombres con hombres. Las únicas mujeres que se “apuntaban” al bailecito eran Rosa Japiá, Petra Venada, Panchona y Martina Cancha.

La música que se bailaba en ese tiempo era el bolero, la danza, el pasillo, el vals, la mazurca y el tango.

La típica carreta con sus bueyes y las bestias (caballo, burro) eran los medios que se utilizaban para el transporte de productos. Aquí en Escazú, los encargados de llevar fletes a San José y traer mercaderías para las pulperías eran los hermanos José, Miguel y Francisco Aguilar, quienes vivían en una casa esquinera frente a la panadería Protti. Ellos viajaban a San José los jueves y sábados.

Por esos días no habían panaderías en Santa Ana ni en Pacaca —hoy cantón de Mora—, pero en Escazú existía la panadería Protti, cuyo propietario era el señor Luis Protti Marchessi.

El señor Protti tenía cuatro burros que eran manejados por don Carlos Bustamante, quien todos los días, a las 4 de la mañana, les cargaba a cada burro dos barriles grandes de madera, cada uno llenos de pan y galleta dulce, envueltos en un saco de manta. Como los animales estaban bien domesticados, don Carlos no hacía más que arriarlos y emprender el trayecto hacia Santa Ana y Pacaca, repartiendo el producto en casas y pulperías, y a las 5 de la tarde ya estaba de regreso.

Habían varias personas que eran muy conocidas por dedicarse al comercio, ya sea por tener su pulpería o cantina, entre los que recuerdo, en San Rafael, a Vicente Guerrero —donde hoy es el centro comercial La Paco— y Tobías Zúñiga —en el cruce—. En Escazú centro: Otoniel Delgado, Adán Brenes, Napoleón Chinchilla y Abel Guzmán. En San Antonio: Clotilde Vargas y Alberto Fuentes. También destacaban don Aquiles Capra, con su taller de carretas y los hermanos Rafael y Vicente Ramírez, con su carnicería.

Entre los hombres más talentosos, por su labor de servicio a la comunidad, puedo mencionar a don Benjamín Herrera Angulo, Nicolás Macís Quesada, Napoleón Chinchilla Abarca, Pedro Madrigal Monge y Noé Jiménez Morales.

La gente de antes era muy honrada y trabajadora, pues el que más y el que menos, para algo siempre era útil, como Homero Jiménez, conocido como Mero Minga, quien siempre ayudaba a quemar el juego de pólvora de las fiestas patronales y en Semana Santa se dedicaba a buscar uruca para el adorno de las calles por donde pasaba la procesión.

Otras personas que tengo en mi memoria, son: Juan Herrera Benavidez, conocido como Juan Grande —por su enorme cuerpo— y quien era una gran persona; Marcial Pelleja (Tica), quien era el arriero de las vacas de don Pedro Madrigal; otro señor conocido como Juan de Dios, a quien le gustaba andar haciendo tratos con los demás, cambiando una lima por un cuchillo o cualquier otro intercambio, y esto era cosa de todos los días.

Había un señor que le decían Guariza, que le gustaba estar siempre ebrio; Ovilio Castro, quien siendo ciego era muy amigo del licor y que con gran destreza tocaba música con dulzaina; Celso Apiate, que era un hombre que vivía de lo que le regalaran, al igual que María Mena, a la cual le decían María Queque, y que acostumbraba andar con un tarrito en las casas pidiendo frijoles.

Otro muy famoso era Moncho Telta, cuyo trabajo era hacer rollos de bejuco de lalsonsillo y moroyos de mozote para llevar a vender a San José; Liberata, una señora que siempre andaba en los trapiches solicitando cargas de bagazo; Elías Aguilar, conocido como Elías Loco, quien padecía de la cabeza, y Angelina Peluda, que tenía la costumbre de andar con los dedos metidos en los oídos.

Cada remembranza de este Escazú añorado es un grato recuerdo para los más viejos, y para los jóvenes una noción de un pasado desconocido, que es la esencia del presente.

Correción de estilo: Marco Antonio Roldán

1 comentario:

Anónimo dijo...

There were several people who very were known to dedicate itself to the commerce, or to have his pulpería or bar, between which memory, in San Rafael, to Vicente Guerrero - where today it is the commercial center Paco- and Tobías Zúñiga - in the crossing.

this refers to my uncle, tobias zuniga. i would like to know more about him and my other ancestors there in costa rica. any help?? english please.
lissa

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