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Puente de los Anonos en 1940. Esta antigua estructura de acero de una sola vía fue, por casi medio siglo, la principal vía de enlace entre Escazú y la ciudad capital. Se construyó en 1929, durante la administración de don Cleto González Víquez (1928-32) y se encuentra sobre el río Tiribí. En 2003 se remodeló a dos vías. A mediados de los años setentas pasó a segundo plano al construirse la primera etapa de la autopista Próspero Fernández.
Artículo principal - Edición Nº 240 - Mayo de 2002
“Escazú en tiempos de antaño fue un lugar muy visitado por veraneantes de San José, que se venían a pasar la temporada de verano en este lugar, incluyéndome a mí.” Así comienza contándonos doña Lydia Sartoresi Patiño, algo de su vida y su relación con el Escazú pasado.
Doña Lydia es una respetable señora de 97 años de edad que reside en Escazú desde hace más de tres décadas, no obstante, nuestro cantón lo conoce desde niña, pues en época de vacaciones escolares acostumbraba venir junto con sus padres y sus cuatro hermanas a pasar el verano aquí, para lo cual alquilaban un pabellón de la vieja escuela del centro que hacía las veces de hotel.
Doña Lydia residía en ese entonces en el barrio González Lahmann, lugar situado hacia el sur de la estación del ferrocarril al Atlántico, en San José, y recuerda que alrededor del año 1918, cuando su familia y ella se disponían ir a Escazú a pasar las vacaciones, “tomábamos el tranvía que venía de San Pedro y nos dejaba en La Sabana, allí alquilábamos un caballo en una caballeriza que existía en el mismo lugar donde estuvo el colegio La Salle. En ocasiones preferíamos irnos a pie.”
En esa época, para trasladarse de San José a Escazú y viceversa, debía hacerse a pie o en caballo, pues aún no existía el servicio de buses.
Una calle de tierra era la que en ese tiempo comunicaba a Escazú con San José y un pequeño puente sobre el río Tiribí facilitaba el acceso entre ambos lugares, encontrándose éste en el mismo lugar donde hoy se halla el pequeño puente del bajo Los Anonos.
Dada la cantidad de veraneantes que llegaban a Escazú, los escazuceños, especialmente los que vivían alrededor de la plaza, alquilaban sus casas como si fueran hoteles, y mientras tanto, quizás —nos dice doña Lydia— se iban a vivir a la finca de algún familiar.
Algo que nunca se me olvida —nos comenta— es la belleza de la antigua plaza (actual parque), “era algo lindo, una pequeña planicie rodeada de hermosos árboles e higuerones.”
Recuerda también que en Escazú habían muchos trapiches, y que los veraneantes, incluyendo a su familia, eran invitados los sábados por los dueños de los trapiches a observar la “molida”, como así se le dice al proceso de extracción del jugo de la caña de azúcar, y esa “molida”, acompañada de música de guitarras, la dedicaban especialmente a las veraneantes.
En Escazú hubo en ese tiempo muchos sembradíos de maní, producto que era muy barato, pues por 10 céntimos se podía adquirir una bolsa grande.
Doña Lydia dice haber conocido a don Benjamín Herrera, a quien cariñosamente le decían “Tío Mín” y lo define como una persona maravillosa, además de que asegura que todos los que lo conocieron han de pensar igual que ella.
Esto ha sido tan solo una breve reseña de las remembranzas de una josefina, que hace más de treinta años decidió venirse a vivir definitivamente a Escazú, y que no oculta en su manera de expresarse, el encanto que le produjo nuestra tierra escazuceña durante los días de su juventud.
2 comentarios:
Hola,
Me gustaría saber si doña Lydia Sartoresi todavía vive.
Saludos,
Eugenia
Eugenia: Interesante su pregunta. Yo le hice esta entrevista a doña Lydia en 1987 cuando publiqué el artículo la primera vez; ella tenía 82 años de edad en ese entonces, y vivía 200 metros este y 50 sur de La Hulera. El artículo se repitió con el mismo texto en 2002, solo se le actualizó la edad (97 años). Doña Lydia murió, más o menos, dos años después, en 2004, a los 99 años de edad y vivía en la misma casa.
Marco Antonio Roldán
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