15 de julio de 1996

En los tiempos de la “barra” escazuceña

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Edificio municipal en 1942. Fue construído bajo la jefatura de don Pedro Brenes en 1896 y demolido en 1964 para dar lugar a la actual edificación.


Artículo principal - Edición Nº 183 - Julio de 1996

Marco Antonio Roldán

Eran los singulares tiempos de antaño. En nuestro Escazú todo era diferente a hoy día. Una atmósfera de tranquilidad envolvía cada rincón del pueblo.

En la década de los años treinta existió en nuestro cantón lo que se conocía como la “barra” escazuceña. Era un grupo de jóvenes no mafiosos, que se reunían para contar chistes e historias, bromear o simplemente pasar un buen rato.

La “barra” escazuceña estaba formada por: Alvar Macís Guerrero (Sotillo), Antonio Alvarado A. (Rabanito), Carlos Solís Herrera (Ceiba), Donoso Quirós Villalobos (Jupas), Carlos Manuel Solís A. (Cachetes), Nacor Ramírez Badilla (Indio Nacor), Juan Rafael Delgado S. (Pícaro), Juan Chavarría Berrocal (Negus) y Manuel Aguilar Madrid (Lupa); los tres últimos ya fallecidos.

Ellos pertenecieron a una etapa de la historia caracterizada por la vida apacible y sencilla, donde la violencia, la drogadicción y todos los factores perjudiciales de la vida actual eran poco comunes.

Eran tiempos en los que no se contaba con las comodidades modernas, pero en cambio, se podía disfrutar de muchas cosas que ahora no se pueden hacer. En ese entonces los ríos eran tan limpios, que los muchachos acostumbraban ir a bañarse a las “pozas”, donde una agua limpia y cristalina los refrescaba en los calurosos días de verano.

Precisamente los muchachos de la “barra” iban a menudo a bañarse a la poza de “El Piñal”, que estaba ubicada en San Rafael, y que era la favorita de los jóvenes de Escazú, por ser bastante amplia y profunda. Allí, se despojaban de sus ropas y totalmente desnudos se daban los chapuzones, siempre y cuando no hubiera damas presentes.

En ocasiones eran mujeres las que llegaban a darse un baño, tal y como Dios las trajo al mundo, y era cuando los de la “barra” aprovechaban para refrescar un poco su vista, escondidos entre los matorrales.

El sitio de reunión de estos muchachos era unas gradas que existían en la esquina noroeste de la iglesia, diagonal a lo que hoy es el palacio municipal, y por las que se llegaba al templo parroquial. También se reunían en la pulpería de los Hnos. Ramírez (hoy bar La Central) donde jugaban “ron”, una modalidad del juego de naipe.

La juventud de aquella época casi que desconocía las drogas. Eran muy pocos los que consumían mariguana en el pueblo y la cocaína ni siquiera se oía mencionar. Lo que si tenía gran demanda era el licor y el cigarrillo.

Como en ese entonces no existía la televisión en Costa Rica, habían otras diversiones como escuchar música en la radio o ir a ver cine mudo a un teatro improvisado que durante un tiempo funcionó en la vieja Escuela de Escazú.

Los deportes preferidos de los jóvenes del cantón eran el fútbol y el beisbol, y ambos se practicaban en la antigua plaza (actual parque.) Varios integrantes de la “barra” jugaron con los equipos escazuceños de fútbol Club Sport Fénix y Esperanza F.C.

Aunque en ese tiempo también se usaban las malas palabras, los jóvenes eran más discretos y evitaban decirlas delante de mujeres o niños. Lo mismo sucedía con los piropos que se daban a las señoritas, estos se decían de una manera respetuosa y no como ahora donde se cae en la vulgaridad.

Los miembros de la “barra” a veces se sentaban debajo de alguno de los grandes árboles de higuerón que habían en la plaza, donde acompañados de guitarras se ponían a cantar, y un numeroso público se acercaba a escucharlos. Otras veces robaban papas en las pulperías y luego las asaban en una fogata que hacían bajo uno de esos árboles.

Don Alvar Macís Guerrero, el máximo exponente del folklore escazuceño, entre las decenas de canciones que ha dedicado a su pueblo querido, está el tema A la barra escazuceña, en Ia cual hace una descripción de esos grandes “jodedores” de antaño, y que se incluyó en el disco de larga duración Aires Brujos, canta y acompaña al brujo Almagú, lanzado en 1986.

Más de medio siglo después de los tiempos de la “barra”, ya todo es muy diferente. El Escazú donde reinaba la tranquilidad, es ahora una ciudad llena de ruido y humo por el constante incremento del tráfico motorizado, y los jóvenes son presa fácil de la influencia negativa de una sociedad en decadencia.

La gente joven que formaba esa “barra bravía que jorobaba a todo buen señor”, como reza la canción de don Alvar, son hoy personas de la tercera edad, algunos de ellos con más de 80 años de existencia, pero en sus mentes aún permanecen los recuerdos de aquellos incomparables tiempos de antaño, que el mundo jamás volverá a vivir.

1 comentario:

MARITZA HERDOCIA dijo...

QUE LINDO SE VE VIVIAN LOS JOVENES DE ESA EPOCA SON CELULARES NI ELECTRONICOS SOFISTICADOS. QUIEN NO QUISO ESTAR EN ESOS RIOS?? SI SABEN Y APROVECHARON LA BELLEZAS DE NUESTRO CANTON. SON ANORANZAS QUE DEJAN VER LO FELIZ DE ESA EPOCA QUE ERA LA JUVENTUD LIBRE DE VICIOS DANINOS. FELICIDAD Y QUE SIGAN DISFRUTANDO DE NUESTRO ESCAZU...

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